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miércoles, 10 de marzo de 2010

Atrapada por la lengua




Que mal me sabe tener medio abandonado el blog!. Pero es que como toda mami chic que se precie, debo ocuparme también del trabajo, que de algún lado tiene que salir el presupuesto para trapitos.

Ando inmersa en la preparación de un curso de español para extranjeros y, aunque las clases empiezan la próxima semana, esto lleva un trabajo previo realmente stressante!!
Más cuando decides huír de topicazos y quieres buscar un material mucho más... hummm.... dejémoslo en mucho más. Eso sí, es una gozada andar entre libros todo el día o escuchando cd´s de poesía, seleccionando escenas de películas....

Espero sacar un hueco para mostraros algunas cosillas el fin de semana.

domingo, 7 de marzo de 2010

Y volver, volver, volver... a mis jeans otra vez...

(Fotografías: Mireia Matamoros Márquez
Modelo: Yo (bueno, lo que era yo, sniff....)


¿Cuántas veces hemos oído lo de "el cuerpo nunca vuelve a ser el mismo después de un embarazo"?...
¿Y cuántos ejemplos vivos conocemos de cuerpos que vuelven, no sólo a ser lo mismo, sino incluso mejores?

Para mí creerse la vieja sentencia equivale a tirar la toalla de antemano. No es fácil, ojo. No es fácil a no ser de esas que se someten a un "recosido" en la misma sala de parto... (cómo me han chivado que hizo en sus 3 partos Victoria Beckham... y que conste que tenemos amigos comunes).

También influye lo "buenas" que hayamos sido durante el embarazo. Y yo debo confesar que fui mala, malísima. 18kg de más para una niñita de poco más de 3kg... nada mal, ¿eh?

Obviamente, los inicios son duros... Confías en perder el peso dando pecho; craso error. En que los kilos se evaporen cuando tu bebé empieze a gatear... inútil.
Ya te puedes inflar a fruta y agua... los kilos siguen allí.

Desde mi experiencia como mami, os diré que mis kilos empezaron a irse cuando mi pequeña empezó la guardería.
Allí hizo acopio de virus miles que, alegremente, traía a casa como si fueran manualidades. Y yo, sensible ante virus, me los tragaba todos inocentemente.
Nada como un buen virus estomacal para bajar un par de tallas rápidamente!!



Y después de la pequeña ironía (ironía pero cierta) os hablaré de mis trucos.
Volver a caber en tu ropa ya no es sólo una cuestión de autoestima, sino una cuestión práctica. Porque el que va a necesitar renovar cada 3 meses el armario completo, a partir de ahora es el bebé.
Tu podrás reemplazar algún que otro básico, pero seamos sinceras... ¿quién puede permitirse quemar el contenido del armario y empezar de 0? Ojalá todas

Yo aconsejo apostar fuertemente por los complementos al principio.... quizás es el momento ideal en la vida de una mujer para autoregalarse un bolsazo. O una joya... o las dos cosas!!

Lo ideal es empezar lo antes posible a mover el esqueleto... pero requiere unas dosis de buena voluntad tremendas!! Yo era de las que decía: "apenas salgo del hospital, me voy a spinning". Una cesária y poca ayuda para ocuparme de mi hija después, me hicieron desistir.
Lo que sí podemos hacer todas en mayor o menor medida es yoga o pilates. Hoy en día encontramos infinidad de dvd´s o libros ilustrados que nos permitirán iniciar un discreto entrenamiento en casa. Llegará un momento en que el bebé se unirá a nosotras, y es una maravillosa forma de ponerse en forma. Yo debo contener la risa ante una concentrada Nena&Chic que parece tomarse muy en serio lo de ejecutar correctamente el saludo al sol.



Pero... ¿y qué comemos?
La duda eterna... ¿por qué dieta decantarse?
Por experiencias anteriores ya conocía los beneficios de la dieta de la Zona. Lo complicado es que hay que calcular bloques, cantidades, etc...
Y que, seamos realistas, cuando mi pequeña ha estado enferma o me he saltado comidas por estar con ella o me he tragado una pizza doblada. En 10 minutos de horno es lo más rápido y cómodo que se me ocurre.

Así que intenté mantenerme "en la Zona" a mi modo.

Mucha agua, intentar que no pasen más de 5 horas entre comida y comida, reducir consumo de pasta, arroz y carne. Mucha verdura, fruta, pescado, huevos... y grasas "buenas" como el aguacate, las nueces de macadamia, el aceite de oliva.
Eliminar la sal y aliñar los platos con limón y hierbas aromáticas también ayuda mucho.


Y sucumbir a los caprichos de vez en cuando. Porque aunque parezca una paradoja: ¿hay algo que alivie más ante la fustración de no caber en tus jeans favoritos que un buen helado de chocolate? Cómetelo sin remordimientos, que no es ninguna batalla perdida.

Aún estoy lejos de mi peso habitual, y debo reconocer que quizás mi antigua cintura de avispa (ideal para entrar en los vestidos vintage que tanto me gustan), no vuelva. Pero ya solo el hecho de estar preocupándome por mí misma sin sentirte una puñetera egoísta por pensar en algo más que tu hijo, contribuye a sentirte "en el camino".

Y créedme.... qué grande es abrocharte un pantalón de la talla M y sentir que resbala!!